¿Qué me dirías si os
preguntara qué tienen en común películas como El luchador,
Apocalypse Now, Flash Dance o Toro Salvaje? Supongo
que a priori, o salvo que seáis unos hachas de las asociaciones
inesperadas, responderíais que nada. Sin embargo todas tienen un
punto en común: la explotación de un tema o gancho para atraer a la
gente al cine. Todas estas películas se consideran grandes obras
cinematográficas pero utilizan un tema, ya sea la lucha libre, la
guerra, el baile o el boxeo, como reclamo para vender su producto.
Detrás hay una buena historia, pero necesitamos un anzuelo. Sin
embargo hay otro tipo de cine que existe desde la invención del
cinematógrafo, al que la trama, sinceramente, se la trae sin
cuidado. Ese es el cine explotation puro y duro del que se ocupa este
documental.
American
Grindhouse se estrenó en España en el Festival de Cine de
Sitges de 2010 y no ha tenido distribución en nuestras salas.
El documental supone un
repaso del cine de género conocido como grindhouse o cine
exploitation y se trata de aquel cine que, básicamente explota los
temas que siempre han interesado al ser humano, aquellos que suponen
tabú, violencia, sexo y todo tipo de perversiones.
Repasando lo que ya conté
cuando vimos Eden Lake, la época dorada del cine explotaition
fueron los 70 gracias
a la proliferación de las salas grindhouse, término que acabó
empleándose también para este tipo de cine, proyectándose en
sesiones dobles o triples producciones de serie B.
El término fue rescatado
por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino en 2007, en la que
presentaron como sesión doble las películas Planet Terror y
Death Proof. En los cines estadounidenses se
proyectaban una detrás de la otra, como se hacían en los cines
grindhouses con las películas de bajo presupuesto. En España se
pudo ver de esta manera en el Festival Fantástico de Cine de Sitges,
y os prometo que fue una sesión memorable. Incluía el falso trailer
de la película Machete, que completaba la sesión
explotaition.
A principios de los
ochenta, la llegada del vídeo doméstico hizo mella en este tipo
de cintas y quedaron obsoletas. A finales de la década todos los
cines de este tipo habían desaparecido de Brodway, Hollywood, Times
Square y San Francisco, tras haber sido salas míticas, sobre todo
las de la archiconocida calle 42 de Nueva York, como veremos en la
película.
La peli consiste en una
colección, de ochenta minutos, de entrevistas a los directores,
actores y productores más importantes del genero junto con una buena
colección de escenas picantes, descacharrantes, repulsivas y sobre
todo divertidas de muchas de esas películas.
Entre los entrevistados
se encuentran:
El actor Robert
Foster, a quien recordarán de
películas como Jackie Brown. Es el actor que interpretaba al agente
de la condicional de la también musa del explotaition
Pam Gryer, que aparece jovencísima y espectacular en alguna de las
secuencias que ilustran esta peli.
A
estas alturas a nadie se le escapa que este tipo de cine es una de
las grandes influencias de Quentin Tarantino y que aprovecha para
homenajear en cada una de sus películas.
El
director Joe Dante, a
quien debemos películas como Gremlins
(1984); Piraña (1978),
Pequeños Guerreros
(1998), o episodios para las series de televisión Amazin
Stories (1986), The
Twilight Zone (1985) o
CSI New York en 2007.
Fred-Williamson,
el que fue defensa de la Liga de Futbol Americana y que pudimos ver
en la serie M.A.S.H
(1970),
Hammer (1972) o Black
Caesar (1973).
Larry Cohen,
director y guionista de pelis como Regreso
a Salem's Lot
Herschell Gordon
Lewis, gamberro director de
clásicos del genero como Blood
Feast,
Two Thousand Maniacs(1964) o A Taste of Blood (1967)
Robert Lee Minor:
actor de televisión y doble
en películas como Foxy
Brown (¿os recuerda a
otro titulo?) o Rocky III
Lewis Teague:
Director de Cujo (1983) o La joya del Nilo (1985)
David Hess: Actor
en películas como La
última casa a la izquierda
(1972), La cosa del
pantano (1982), Zombie
Nation (2004) o Zodiac
Killer (2005)
El
documental se presenta cronológicamente desde el inicio del propio
medio cinematográfico hasta nuestros días, donde precisamente haya
muerto como género minoritario para pasar a convertirse en algo
aceptable para el gran público, desvirtuándose o muriendo de éxito.
La
película hace un repaso del cine grindhouse americano desde la
películas pre-código Hayes, como ya conté en la presentación de
Eden Lake, pasando por películas como Freaks, en esa
primera época o incluso las cintas supuestamente educativas como las
películas sobre partos.
Se
analizan el film noir como parte del explotaition, las películas que
incluían espectáculos burlesque y de actrices icónicas como Betty
Page o la mezcla de este género con las road movies femeninas al
estilo Russ Meyer y su diva Tura Satana. Igualmente se tratan las
películas de adolescentes como un explotaition de la temática
joven. Pensemos en películas como Rebelde sin
causa.
La
explotación del binomio sexo-violencia se trata en el apartado sobre
las roughies, y toda la influencia que tuvieron de revistas pulp y
cómo el género fue evolucionando hasta el nacimiento del gore, con
películas como Blood Feast o 2000 Maniacs y su predecesora
Psicosis.
Con
Psicosis, su director utilizó habilmente las campañas del
cine grindhouse que apelaba al morbo como principal gancho
publicitario y como diría el señor Hitchcock “everybody likes to
be scared”.
Siguiendo
la evolución cronológica llegamos a los años sesenta y su
liberación a través del sexo y, como no, de las drogas. Es el
momento de grandes experimentos como La última casa a la izquierda.
La década de los sesenta supuso también la revolución racial y la
respuesta que el grindhouse ofreció fue el blacksplotaition
y películas como Shaft
que dieron la
oportunidad al público negro ninguneado
en las salas, de poder contar historias en las que fueran los únicos
protagonistas.
El
siguiente y apasionante subgénero tratado en la película son las
películas sobre cárceles de mujeres, de nuevo una excusa más para
mostrar féminas desnudas en lugares, hasta el momento poco
habituales. Lo mejor del género es que la mayoría de las veces
ellas llevan la voz cantante.
Rizando
el rizo encontramos películas que mezclan géneros como el
nazisplotaition en una demente cocktelera con las películas
carcelarias, que hace que resulten cosas como Ilsa, la loba
de las SS, de la que ya hablé también cuando proyectamos
Eden Lake.
Los
años sesenta fueron una década salvaje para el explotaition
y, tal vez los ecos de la Guerra del Vietnam desarrollaron un gusto
en el público del grindhouse por lo ridículo y lascivo carente de
todo tipo de mensaje. Se buscaba simplemente entretener a través del
espíritu circense y el todo vale si divierte y
pasan por caja. Esta
idea hedonista y extrema sólo
podía desencadenar el nacimiento del cine pornográfico, una de las
industrias más productivas de nuestro pequeño gran mundo
capitalista. El género quedó inaugurando con la mítica Garganta
Profunda y actualmente hay tantos subgéneros
dentro de la industria fílmica
del sexo que, como ya sabemos por presentaciones anteriores, merecen
una atención exclusiva en la que no voy a entrar.
Por
fin la muerte por éxito del género grindhouse se la debemos a
películas como Tiburón, que en realidad fue una adaptación
de La cosa del pantano. El cine explotaition se convierte en cine
mainstream y los grandes directores aprovechan todos sus trucos
sofisticándolos con mejores guiones, efectos especiales y masivas
campañas publicitarias.
SEGUNDA
PARTE. BLACK MIRROR Y EL OSO BLANCO.
Enterremos
el subgénero del grindhouse americano y reinventemos el género del
morbo en las nuevas tecnologías.
Recupero
con esta sesión doble al más puro estilo grindhouse lo que ya
pretendí cuando proyecté Eden Lake. Tanto esta película
como la serie Black Mirror son producciones británicas, y no
voy a negar que los anglosajones tienen una buena manera de captar
nuestra atención a un lado y otro del Atlántico. Así como Eden
Lake era una versión refinada del slasher americano, con scream
queen incluida, Black Mirror, y en especial el segundo
capítulo de la segunda temporada, Oso blanco, es una revisión
del grindhouse más perverso. Desde luego que alimenta el morbo, la
curiosidad y sobre todo la complicidad del espectador y nos plantea
muchas preguntas sobre nuestro papel como consumidores de violencia.
Los hábiles guionistas de la serie utilizan varios de los señuelos
del cine grindhouse. La violencia y el morbo son los aperitivos, pero
el gancho más interesante que encuentro en el capítulo, es cómo
nos dejamos seducir por la absolución colectiva que supone el hecho
de que la mayoría consumamos esa violencia y cómo ese consumo,
muchas veces, se disfraza de una función social cuasieducativa.
Hace un par de días contemplábamos en las noticias cómo unos
soldados españoles apaleaban a un grupo de supuestos rebeldes en
Afganistán. Parece que nadie se plantea que esas imágenes alimenten
nuestro morbo como lo hace la grabación íntima de la concejal
socialista Olvido Hormigos.
Recuerdo
que hace un par de años la película A serbian film fue censurada en
el Festival de Cine de San Sebastian, y al Director del Festival de
Cine de Sitges Ángel Sala se le abrieron unas Diligencias Previas
por proyectar la cinta. Recuerdo también que el Diario
Gara llamó enfermos a los que disfrutamos de la presentación de
I saw the devil en el mismo festival de Donosti. A veces los
géneros minoritarios reflejan sospechosamente a la mayoría. Cosas
veredes.
Angélica López de la Manzanara