Fue en un viaje de avión donde los padres de esta maravillosa creación se conocieron.
Animo a todo el mundo que quiera acercarse a esta película, que echen un vistazo al documental que la acompaña. Es ahí, donde Stephen Trask, compositor de la banda sonora, y uno de los actores secundarios de la cinta, cuenta cómo se cambió de asiento en el avión en el que viajaba John Cameron Mitchell, guionista, director y actor protagonista, e hicieron el viaje juntos.
Ninguno de los dos quería ver la película que se proyectaba durante el vuelo, así que iniciaron una fructífera conversación. Según el propio Trask, puso bien a la vista el libro que iba leyendo, una biografía de Fassbinder. Toda una declaración de intenciones, teniendo en cuenta que se sentaba junto a un prometedor director y actor de teatro, que acabaría dirigiendo esta película, ya obra de culto.
De aquel viaje nació la idea de crear el personaje de Hedwig. Un desgarrado transexual de la Alemania oriental, con un objetivo: encontrar el amor.
Corrían los años noventa en la ciudad de Nueva York , cuando en uno de sus locales underground vio la luz por primera vez Hedwig. John Cameron Mitchell, se acercó una noche al Squeezebox, conocido bar de dragqueens donde, por unos instantes los asistentes podían interpretar una performance, siempre y cuando fueran ataviados con sus mejores galas de reinonas. Los quince minutos de gloria que proclamó Warhol, al alcance del postizo.
Según cuentan, la primera actuación de Hedwig provocó una especie de shock. No era aquello algo a lo que el público estuviera acostumbrado, sin embargo fue un éxito total. Se fue corriendo la voz de que aquel peculiar intérprete y su actuación era algo nuevo en la ciudad, y muchos acudían a ver el show.
Algunas de las drags habituales se sintieron traicionadas, puesto que se utilizaba mucha de la parafernalia típica de sus actuaciones, pero con grandes diferencias. Era una fusión entre teatro alternativo y show musical, y a través de canciones se contaba la historia del personaje, y terminaba la canción con una explosión catártica en la que Mitchell se arrancaba el disfraz y la peluca.
Debido al éxito del, casi improvidado show, decidieron que era el momento de trabajar duro y crear una obra de teatro completa.
Hasta el momento en el que John Cameron Mitchell se subió a los tacones para interpretar a Hedwig, nunca se había vestido de mujer, sin embargo no tuvo dudas a la hora de escribir el libreto, dirigirlo e interpretarlo.
Trask se puso manos a la obra con los temas musicales, y con un imenso abanico de referencias creó la maravillosa banda sonora que conocemos actualmente.
La clara influencia de la misma, el Glam Rock, y sus baluartes: Lou Reed, David Bowie, Iggie Pop, el carisma y sensualidad de Marc Bolan, de T. Rex y la osadía de los Pistols, fueron los ingredientes del cocktel explosivo de rock y punk que conforman el repertorio de canciones, gestos y gritos de guerra del muchachito Hansel, reconvertido en la beligerante Hedwig por obra y gracia de un bisturí mal afilado.
Encontramos muchas y variadas referencias musicales, además de las evidentes. Algunas de las canciones pueden recordarnos a Queen, Guns’n’Roses, e incluso alguna tonada country.
La historia del protagonista y su banda de emigrantes paneslavos, se cuenta con estructura de road movie con insertos de flashbacks.
Narrada en primera persona por su protagonista, seguimos la gira de la banda Angry Inch a través de Estados Unidos siguiendo a la estrella del rock Tommy Gnosis. Él interpreta en estadios, ellos, en bares de carretera. Hedwing inicia su periplo al este del muro de Berlín. Conseguirá huir de Alemania casada y amputada, ya que esa pulgada de carne que le cuelga entre las piernas, sacrificio dado en prenda de amor, será la metáfora a través de la que Mitchell nos cuenta esta historia de la búsqueda de la propia identidad.
La obra teatral musical se estrenó en 1998, en un teatro creado ad hoc en el salón del baile del Hotel Riverview. Como curiosidad significativa, fue el hotel en el que alojaron a los supervivientes del hundimiento del Titanic.
El hotel se situa en el llamado Distrito de la Carne de Nueva York.
El Meatpacking District es actualmente una de las zonas más glamourosas de la gran manzana, sin embargo por aquella época era territorio de carniceros durante el día y de travestis por la noche. Un lugar de mala muerte, pero en cuyos locales podía disfrutarse de los espectáculos más variopintos.
Para el estreno se eligió el día de San Valentín de aquel año, y el éxito fue inmediato.
Desde entonces la obra sigue rodando por todo el mundo, e incluso se hacen fiestas en su honor, en la que los invitados, vestidos de los personajes, interpretan las canciones a voz en grito. Estos fans o headheds, son incondicionales, habiendo sido espectadores del show cientos de veces. El record, a fecha de documental, estaba en cuatrocientos visionados. No sé cómo andará la cosa hoy.
Sus participantes actuaron en los programas de televisión “Late Night with David Letterman”, “The Rosie O’Donnell Show”, y en la cadena Mtv, aparecieron en la portada del “Time Out New York” y fueron objeto de calurosos reportajes en las revistas “Time”, “Rolling Stone” y “Spin”. John y Stephen recibieron propuestas de todos los rincones del mundo para llevar allí su espectáculo. Hasta la fecha, el musical se ha llevado a Los Angeles, Seattle, Boston, Kansas City, Colonia, Londres, Manila, Islandia y está previsto su estreno en San Francisco, Londres, Toronto y Berlín.
La cosa no pasó desapercibida para la productora Killer Films, y para el proyecto de trasladar la obra al cine, se respetó el casting original. La dirección, guión e interpretación seguía corriendo a cargo de Mitchell, y los temas musicales a Trask, que interpreta un pequeño papel como miembro de la banda.
Me gustaría hacer una pequeña referencia a la productora y sus apuestas fuertes.
A ellos les debemos películas tan interesantes como Boys don`t cry, película con la que Hillary Swan obtuvo su primer oscar; la provocadora, rompedora y amarga Kids, o Velvet Goldmine, película que comparte con esta su homenaje al glam rock.
Sé que a los que la habéis visto os ha gustado mucho, y animo a todo aquel que no lo haya hecho aun a que se acerque a esta pequeña joya del cine musical contemporáneo.
Según los padres del proyecto, su éxito se basa en que la mayoría de los jóvenes gays y mujeres heteros de mediana edad, se sienten fuertemente identificados con el personaje.
Yo afirmo que hay una Hedwig en cada uno de nosotros. La búsqueda que supone el viaje a través de la vida, a cada cual le traerá los frutos que siembre, por mí, que sea a ritmo de rock`n’roll. Como diría aquel, mientras encuentras lo que buscas, el show debe continuar.